martes, 12 de febrero de 2013

Mañana puede ser un buen día. Hoy, no.

Todo el mundo a tu alrededor estuvo resfriado la semana pasada. El pariente, en el trabajo, y tu sonreías victoriosa mientras preparabas zumos de naranja y sopas por doquier.

Bien, una semana más tarde, cuando más trabajo tienes, tu sistema inmune que es retrasado perdido, decide abandonarte sin avisar y un rhinovirus te encuentra acogedora. Y te encuentras rodeada de pañuelos, ante la no fácil decisión de comer o respirar, y con la cabeza igual que si estuvieras metida en un botijo justo el día que comienzas el curso de inglés. Ese curso en el que de por si tu boca ya iba a parecer una zapatilla y que te lo impones a ti misma y te autoconvences de que lo tienes que hacer sí o sí.


Y lo único que te apetece es irte a casa y taparte hasta las cejas.

Y hoy, esa soy yo.

6 comentarios:

  1. Bueno, bueno es que cuando pillas una de estas solo quieres morirte a solas. Toma mucho paracetamol y si mañana no estas mejor te sacrificaremos.

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  2. Lo tenéis fácil, con taparme la boca con precinto ya no tengo por donde respirar. Y sin manchaos de sangre. Ay dios mío, llévame pronto!

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  3. Pues eso, espero que hoy ya estés mejor... y por favor, dime que elegiste respirar! jajaja

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    1. No tuve elección, muy a mi pesar, porque dejarme a mi sin comer.....

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  4. Llego a tu blog desde un comentario q me has dejado. Me lo he leído todo ( suerte q es nuevito) y me parto contigo así que por aquí me quedo.
    Besos y recuperate pronto!

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    1. Pues bienvenida!!! Me alegro de que pases un buen rato leyéndome, de eso se trata, no?
      Nos leemos, besitos!

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