Me aficioné a beber té el año que viví en Noruega. Como hace un bris que corta el pis, el clima invita a beber algo caliente mientras miras por la ventana, estudias, lees, ves la tele, trabajas, estás de tertulia.... El café que entienden allí por café es malo, malo, malísimo. Así tiene que ser porque de lo contrario todos parecerían furbys, todo el día con el termo de café, sorbo tras sorbo. Tampoco existía allí el Cola Cao, excepto cuando mi madre me lo enviaba de contrabando junto con el chorizo, jamón, fabada y esas cosas que hacen feliz a una.
Por contra, en el supermercado había una colección inmensa de variedades de té. Creo que fue de hecho la primera vez que vi un calentador de agua como un electrodoméstico imprescindible en cualquier cocina u oficina.
Vivía con 7 personas más, cada uno de su padre y de su madre, y era increíble la cantidad de variedades de té, pasteles y bollos (entre otras muchas cosas) que vi pasar por aquella cocina. Aquí nos vamos de cañas y tapas. Allí, hacen repostería. Cojonuda.
Tras muchas pruebas, encontré mi sabor favorito: Apple, cinnamon & raisin flavoured black tea de Twinings. Para más muestra:
Bebí litros y litros de este té. Que los Erasmus no sólo bebemos ginebra, vozka y ron, que también. Jia Jia Jia!
Cuando volví a España me traje unas cuantas cajas que me duraron un par de inviernos. Qué rico me sabía y cuántos recuerdos concentrados en una taza de té. Desde entonces no he vuelto a encontrarlo. Ni nada que sepa como Él. Lo he buscado por aire, tierra y mar, pero nada.
Así que, aprovecho y hago un llamamiento de si alguien lo conoce, se ha codeado con él o dónde puedo encontrarle.
Ahora suplo su ausencia con la infusión Morocco de Lipton, que no tiene nada que ver con el otro sabor, pero me sabe también a teta piruleta.
Y ahora, con mis aires nostálgicos de hoy, me voy a deleitar con uno y el comienzo de un nuevo libro.
Sed felices!